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Artículo / ¿Es la Super Liga Americana la solución?


Desde que hace un par de días, Daniel Hourcade, gerente de Alto Rendimiento de Sudamérica Rugby, comentó en una entrevista a la ESPN argentina que se había "empezado a hablar para incorporar un equipo de España y otro de Portugal a la Súper Liga Americana de Rugby (SLAR)", esta información ha revolucionado el rugby español. Y lo ha hecho de la forma en la que últimamente, y por desgracia, estamos acostumbrados: sin confirmaciones, a dos tiempos, con diversos agentes involucrados y con unos tintes de globo sonda más que de realidad. Esta noticia abre dos campos bien diferenciados en nuestro rugby: el deportivo y el institucional.

Lo deportivo

En el plano deportivo, la opción de que España se una a la SLAR con una franquicia sería, en cualquier caso, la opción más viable económicamente. Eso no quiere decir que deportivamente lo sea, pero sí que de las variantes que pudiera haber, ésta sería la más inmediata.

Tras la disputa de la primera jornada y un partido de la segunda, la competición tuvo que cancelarse debido a la crisis del coronavirus, por lo que las cabezas pensantes detrás del proyecto se pusieron a planear la temporada 2021. Si para esa fecha ya se había pensado en la extensión del torneo a unas segundas franquicias uruguayas y argentinas, además de la posible inclusión de Cafeteros Pro, que llevaba tiempo ya sobre la mesa, la participación de estas dos franquicias europeas completaría un plantel de siete a ocho equipos.

Deportivamente y como proyección, esta posibilidad tendría menos valor que otras que se han ido explorando a lo largo de la historia, como la de participar en la Pro14 si se quisiera optar con una franquicia tipo Jaguares o Sunwolves en Super Rugby -cuyas conversaciones acabaron en crisis institucional de la FER-, o la de la Challenge Cup, si se optase por un calendario más reducido en el que participase España XV. Es más, en esa idea del Mundial de Clubes propuesta por Laporte, la SLAR no tendría cabida, y si la liga japonesa o la norteamericana, mucho más apetecibles económicamente.

En cualquier caso, el futuro -si es que existe- estaría más cerca de pasar por Sudamérica que de quedarse en Europa, donde una y otra vez, bien por el ninguneo de los mandamases globales y locales o bien por la propia incompetencia de la Federación, amén de los temas financieros, los intentos han caído en saco roto.

También existe el tema de quiénes formarían esa franquicia en la SLAR. El entorno de Juan Carlos Martín, Hansen, (luego hablaremos algo más) habla de un equipo español con jugadores "emerging". Sin embargo, poco o nada se concreta sobre la viabilidad e, incluso, de la idoneidad de esta composición. ¿Cómo casarían los calendarios de la SLAR con la de los compromisos europeos? Tan solo una franquicia compuesta por jugadores de alto nivel sería "rentable" en ambos planos, sea cual sea la competición, pero con la realidad actual, podría ser de un nivel dispar, por arriba o abajo, al de sus rivales. Y, por supuesto, sería la única forma de que eso redundase en la Selección.

Otra jaula de grillos

Todo este tema ha saltado al unísono en dos foros que, de primeras, podrían parecer alejados el uno del otro: la entrevista de Hourcade en ESPN y un encuentro digital que mantuvo Juan Carlos Martín en redes sociales. El hecho añadido de que nadie en la Federación haya hablado con ninguno de los responsables de la SLAR (Hourcade nunca habló de conversaciones con la FER, sino de que se habían iniciado conversaciones, así al aire) hace que esta posibilidad tenga ese tinte de misterio, acciones paralelas y puenteos al que ya estamos acostumbrados.

Existe una línea muy clara entre la candidatura de Hansen y su entorno con el de Hourcade. De hecho, no es la primera vez que colaboran, y este paso del primer grupo de hablar claramente de la posibilidad de una franquicia en la SLAR, junto a la temporalidad de las declaraciones de Hourcade y la incredulidad de la FER, hacen que esa sea la preferencia de la candidatura opositora a la FER, y no un deseo o una propuesta de la actual directiva, cosa que quedó clara con la negación de conversaciones por parte de esta última.

Además, no hay que olvidar que el presente del rugby uruguayo, chileno y brasileño (e, incluso, colombiano) ha mantenido un patrón de comportamiento similar a este movimiento. Esto desvelaría, no solo la firma de Sudamérica Rugby como entidad, sino la de Agustín Pichot como particular -que, por cierto, se acaba de presentar a las elecciones- en esta opción: de todos es sabido quién está alejado de las tesis del vicepresidente de World Rugby y quién está cerca de ellas.

Personalmente, no sé si el trabajo paralelo del entorno opositor a Feijoo pretende tender puentes y consolidar su papel de antemano antes, incluso, de una victoria electoral, o es, simplemente, un brindis al sol que pretende minar el ánimo de la actual directiva de la FER. Sea lo que sea, el movimiento de acercarse a una de las ligas profesionales que está en funcionamiento es un paso y una declaración de intenciones por intentar adaptarse a los tiempos que corren y, si con ello se marcan diferencias entre candidaturas, mejor para quien lo lidere.

No obstante, esto contribuye, más allá de lo deportivo, a la sensación de un entorno viciado, insano, casi navajero en nuestro rugby, ya no solo por la sempiterna crisis entre clubes y Federación, sino también ahora azuzada por la batalla electoral. El conjunto de acciones e idas y venidas, de desgobierno o bicefalia, hacen un flaco favor a la imagen institucional que debería guardar nuestro rugby. Está claro que, a río revuelto, ganancia de pescadores. Y si no está revuelto, se revuelve.


Foto: SLAR (Facebook SLAR / Twitter SLAR)




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