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Crónica / Georgia anula a una España obcecada en delantera (10-23)

Foto: Domingo Torres Ortiz

Que España tiene su mejor arma en el juego de delantera lo sabe Santi Santos y los más de 11.000 espectadores que han abarrotado el Central hoy, pero también lo saben sus rivales. A pesar de que este hecho no tiene por qué ser un condicionante en los esquemas de juego de los contrarios, sí que es cierto que quien juega a lo mismo lo tiene aprendido. Este era un partido que se intuía se resolvería por ese juego, el de choque de fuerzas y pesos y que los últimos veinte minutos serían cruciales. Sin embargo, lo visto en Madrid hoy varía un poco ese guion que todos habíamos comprado.

Si no hay más sorpresas del calibre y la imposibilidad aparente de lo acontecido este fin de semana, donde Portugal y Bélgica se han desecho de Rumanía y Rusia respectivamente, este partido ha podido dejar sentenciado el Europeo. Hubiera sido un gran momento para revertir esa tendencia que dice que Georgia se le resiste a los Leones y, en los últimos años, por entre diez y trece puntos: ese ha sido el único destripe que estaba en el avance.

El plan inicial se torcía con las bajas imprevistas de Rubio, destinado a ser el apertura titular, y de Usárraga. Linklater fue llamado a sumarse como reemplazo al puesto de 10. A los cuatro minutos, la baza de la delantera georgiana ya había dado resultado gracias a un ensayo de Mamukashvili. De momento se olía que el guion previsto estaría detrás de cada jugada, sobre todo cuando España no tardó en reaccionar como mejor sabe y Pinto posó la pelota para el empate a 5. El partido fue embarrándose desde muy pronto, como si ese arranque hubiera sido un espejismo, a pesar de las numerosas batallas entre las delanteras. Desatascaría el marcador para los Lelos Abzhandadze tras transformar un golpe que sería uno de tantos en el día de hoy.

El juego se tornó bronco, áspero en casi cada faceta del juego, y los errores de los Leones dejando más huecos de los deseables fueron aprovechados por Georgia. Porque equipos como el caucásico no desaprovechan una. Tras una de esas vino el segundo ensayo georgiano: Todua, en el 19, comenzaba a marcar distancias. España parecía obcecarse en su juego de delantera, que durante el día de hoy apenas dio rédito. Existieron momentos en el que el juego abierto parecía la mejor opción, pero hoy, esa frescura que lidera Guillaume Rouet y esa pizarra de memoria parecía estar íntegramente dedicada a entrar sí o sí por delantera. Y no fue así. Tanto que, de esas jugadas, renacieron Abzhandadze, primero, y Mamukashvili, después, para sumar sus segundos golpes y ensayos particulares y cerrar la primera parte con un preocupante 5-23.

El balance de la segunda parte se podría definir con la palabra desgaste. En los cuarenta minutos no se vieron ideas claras, incluso Georgia terminó por aceptar que le valía esa inversión de la historia que dice que el rodillo caucásico hace su demoledora aparición en el minuto 60. Nada de eso. Es más, durante los últimos veinte minutos fueron los españoles quienes dispusieron de mayor posesión y algo más de claridad en el juego a la mano, tan solo negada por el carisma y la dureza de una selección georgiana con una experiencia un grado superior.

Por el lateral ya habían desfilado los damnificados de las batallas: Guillaume escondía una brecha en la cabeza bajo las vendas, Jorba era aplauido mientras era llevado en volandas por Goia y Usárraga, y López con el brazo en cabestrillo se lamentaba. El segundo ensayo español llegó de delantera, casi ya por insistencia, por intentar certificar que no hay que dejar de creer en el maul y en esa línea a pesar de que hoy ha costado muchísimo esfuerzo. Llegó tarde la marca de Vicente del Hoyo, pero a tiempo para que la diferencia final se ajuste y se estanque en ese rango de diez a trece puntos que hoy ha vuelto a resistirse.


Foto: Domingo Torres Ortiz

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