PUBLICIDAD

NOVEDADES

Análisis / XV, 7s y viceversa: el fantasma que reaparece en el XV del León




Esta semana hemos sabido que Martín Alonso volverá a la disciplina de Pablo Feijóo para la concentración que el equipo de sevens está llevando a cabo en Villajoyosa de cara a preparar las Series Mundiales de Los Ángeles y Vancouver. La noticia no tendría más trascendencia si el joven jugador del Rochelais no hubiera debutado, hoy hace tres días, con la selección absoluta de XV. Es decir, no tiene nada de especial que el seleccionador de seven convoque a un jugador habitual en sus concentraciones y que, desde hace dos años, cuenta con numerosas participaciones a sus espaldas en torneos de la modalidad.

Sin embargo, la convocatoria de jugadores para ambas disciplinas es un hecho que se repite, quizá, más de lo necesario, y que hace que, cada vez que ocurre, salten las alarmas para los que amamos el XV. A lo mejor es exagerado lo que voy a decir, pero la reaparición del fantasma del seven y su incidencia en las convocatorias del XV vuelve a ser una realidad, y vuelve a serlo cada vez que, desde hace ya casi una década, las dos disciplinas se enfrentan en este campo.

Martín Alonso es el último ejemplo. Los detractores del XV dirán que ha sido Santos el que ha convocado a un jugador de seven, mientras que los que aman el oval en general dirán que cuanto más experiencia acumule el jugador, independientemente de la disciplina, mejor para él y mejor para todos.

Hace ocho años, en este mismo blog (en la versión antigua, rescatada para la ocasión en la nueva), comentaba la necesidad de una estrategia conjunta de la Federación de cara no solo a resolver conflictos, sino también a pensar lo mejor para el rugby español y cómo aprovechar de manera eficiente los recursos que tenemos.  Desde entonces, las cosas han cambiado notablemente en el seven, y dos han sido los hechos concretos: la consolidación de España en las Series Mundiales y la inclusión como deporte olímpico.

El problema a día de hoy, sin embargo, viene dado por la fragilidad de esa casuística. El equipo nacional no se ha clasificado para los Juegos Olímpicos de Tokio al ser eliminados en cuartos del clasificatorio europeo por Portugal y tampoco está en su mejor momento en las Series Mundiales, ocupando tras cuatro mangas la penúltima posición de los equipos permanentes, peligrosamente cerca del descenso que ocupa Gales.

Si el panorama se enrarece para los cuatro próximos años, con una España débil en las Series Mundiales y condenada a depender del ciclo olímpico ¿primará más la ilusión, el tiempo casi completo y las posibles becas que la oportunidad que, desde siempre, ha supuesto el XV y se queda estancada por unas o por otras? Jugadores en el pasado de la talla de César Sempere u Oriol Ripol compaginaron ambas modalidades, pero su época se diferenciaba en lo esencial de la actual: el calendario.

El XV ha sido siempre el motor del rugby a nivel mundial, más allá de espectáculos intensos de diez fines de semana al año, o cuatro días cada cuatro años, y España de XV tiene ahora, más que nunca, la oportunidad de destacar en la disciplina que genera más visibilidad. Como apuntaba hace años, desde el corazón me salía que el seven debería ser una disciplina que apoyase al XV, con una formación extraordinaria de un contingente de aperturas, alas y zagueros que, por desgracia, está por consolidarse en el XV.

Ahora, a pesar del calendario que no beneficia, con la situación actual, creo con la cabeza que el seven debe contribuir a los éxitos de su hermano mayor, aportando esa experiencia generada. La Federación debería plantearse ese diálogo entre disciplinas, poniendo soluciones equitativas y siendo conscientes de que, tras conseguir el objetivo de la permanencia en las Series Mundiales -¡faltaría más!-, el XV debería estar arriba en la agenda.

El seven ha tenido y tendrá muchos momentos de alegrías, tanto o más de las que nos han dado, y de ello da cuenta el proyecto España Sevens Emerging y su academia de alto rendimiento o la creación de las España Seven Series. Por eso creo firmemente que es momento de pararse a pensar y ver que, hoy por hoy, el rugby español debe ser consciente de sus limitaciones y de que solo una colaboración plena, equitativa y real puede llevar a buen puerto ambos proyectos.

Foto: Mike Lee (cedida desde la FER)

No hay comentarios